Hay mil maneras de derribar los muros que rodean mi corazón

 


Siempre he creído que el amor es sufrir. No recuerdo ni un solo momento en mi casa en el que me sintiera bien, sólo cuando iba a casa de mis abuelos. No recuerdo una sola caricia sincera, no sé lo que es el amor. No sé manejarlo. Una cosa es que empieces algo, luego por lo que sea los caminos divergen y la relación se rompe, pero no por ello ha dejado (o deja) de haber amor.

Por eso mismo no reconozco cuando hay amor de verdad, cuando el amor está en el aire, cuando lo que respiras no te ahoga y te sientes rara porque no es lo normal. 

Mi hogar siempre ha sido un reducto de gritos, peleas, malestar y angustia existencial que nunca tuve derecho de tener. Mis órdenes eran de que tenía que sentirme cómoda y "feliz" en ese ambiente de mierda. ¿Cómo pretendes que me sienta bien cuando las cosas son bonitas? Totalmente ajeno a mi, las familias felices son falsas, la realidad es lo que yo conocía y lo que mamaba en mi propia casa. No sé.... no sabía.

Hasta que replanteo todo igual que siempre me han cuestionado a mi. Siempre me habéis cuestionado a mi, mi razón y mi vida son mías y voy a defenderlas y defenderme, con uñas y dientes, con lanzas y con refuerzos. Los amigos, a los que debo tanto, a los que nunca me han dejado acercarme al alféizar de la ventana porque saben que por mi cabeza podía pasar la idea de volar sin red.

Por eso, cuando aparece, cuando estoy preparada para recibirlo, cuando llega el momento... debo saber recibirlo porque me lo merezco


Comentarios